En la tele Zapatero y Rajoy se dan palizas dialécticas todos los días, se tilda de amoral a todo aquél que no piensa como nosotros. El “Sálvame Deluxe” no se distingue del todo de nuestros debates parlamentarios. Sólo faltaría que Aznar se operara la nariz, ¿me entiendes? Y mientras media España se pega con la otra media ante los aplausos de nuestros grandes políticos, porque siempre son Los Otros los que tienen la culpa de todo. ¡Viva, viva, pan y circo! ¡Patadas giratorias para todos!
Y entonces acaba el mundial, y es como un gigantesco botafumeiro de opio. Con un gol todo son sonrisas, gritos de júbilo, fiesta inagotable, cañas y Shakira bailando. Alegría, en una palabra. Es curioso como un país en el que la mitad desprecia nuestra banderita rojigualda se pinta de pies a cabeza y vitorea a
Yo no digo que sea un momento histórico… un mundial tampoco es para tanto (no me linchéis), no escribe ninguna página de la historia del país ni nada. Pero lo cierto es que hoy TODOS, sean de derechas, de izquierdas, de la otra acera, o de su propia calle sonríen. La tele llama a nuestros deportistas “héroes”, como si viviéramos
Al principio me reí, “qué exagerados”. Pero luego caí en la cuenta de que en esta España tan dividida e intransigente que tenemos, es un héroe quien haga sonreír al país entero. Y en este caso, nuestros futbolistas lo han conseguido.
Yo nunca veo el fútbol, no es que este deporte me mate… pero en este partido una fuerza misteriosa me hizo no despegarme de la pantalla. Me alegro de haber visto un gran juego de España. Me alegro de haber memorizado los nombres de algún futbolista. Me alegro del beso de Casillas a la pobre Sara (que menudo palo para ella, pero qué bonito quedó). Pero sobre todo, me alegro de haber visto este partido por no perderme la joyita del comentarista: “el Dios del fútbol debería premiarnos”.
Y bien que nos ha premiado.