sábado, 27 de noviembre de 2010

Tendencias de sastre

Redibujo mi contorno en papel cebolla con rotulador
voy uniendo pieza a pieza de
la cabeza justo hasta los pies.


Y sigilosamente hilvano con mis manos
los pedazos del patrón.
Que me siente como un guante
porque si no yo tiendo a...


desprenderme como un alfiler
que nadie lo ve ni escucha caer.
Descoserme como aquel botón
que rodará bajo el sillón

Sin embargo voy y estrecho tanto el ancho
que me cuesta respirar
y me frunzo como acordeón
y hasta me recojo en dobladillo.

Cuando me da el punto bobo robo cremalleras con las que callarme,
las penas con las que vestirme,
las telas de las que...


desprenderme como un alfiler
que nadie lo ve ni escucha caer.
Descoserme como aquel botón
que rodará bajo el sillón.


...Pauline en la Playa. Tendencias de sastre

sábado, 13 de noviembre de 2010

Scuba-girl

a B. le gustaba mucho bucear. Bajaba del coche y, a toda prisa, se quitaba la ropa para quedarse en bañador. No se quedaba nunca mirando la costa antes de zambullirse, éso para después, cuando estuviera agotada y húmeda secándose al sol y pudiera valorar la playa habiéndola conocido. Muchas veces no se ponía ni siquiera las gafas o el tubo, porque había descubierto que la sal sólo te molesta en los ojos cuando sales del agua. Cuando estás dentro es como la bañera, pero más grande.

A B. le fascinaba cómo se filtraban los rayos de sol desde la superficie hacia el fondo, cómo bailaba la luz entre el agua. Solía quedarse embobada mirando hacia arriba, suspendida unos metros bajo las olas, o bailaba ella también allá abajo, entre los peces de colores, entre las rocas y el coral. Veía ondularse y estirarse su pelo que se hacía pelirrojo en aquella atmósfera subacuática.

En los mares del Caribe jugó al tetris entre veintenas de medusas rojas, esquivando y amoldando su cuerpo al lento ir y venir de sus tentáculos, saliendo ilesa y feliz mientras que los más inexpertos (sobre todo ésos pobrecitos turistas ingleses que lo único que saben del mar es que está mojado) se llevaban las picaduras. Sonreía mirando sus culos urticados mientras acariciaba con las manos desnudas las algas multicolores y hacía túneles entre los bancos de peces, que se apartaban a su paso porque era demasiado rara para ser uno de ellos.

Pero lo que más le gustaba a B. era explorar las cuevas que encontraba entre los escollos. A veces encontraba tesoros de concha y piedra, vidrios que parecían joyas, o algún objeto perdido besado por los peces. Las cuevas eran peligrosas, y era muy consciente de ello. Porque allí, en la oscuridad, vivían los predadores. Solían esconderse cerca de los tesoros, o al final de una cueva majestuosa. B. había aprendido a cuidarse de ellos, así que en cuanto intuye una forma parecida a sus morros llenos de dientes sale huyendo, olvidándose los tesoros, los peces de colores y los sueños.

Cuando sale del agua puede verse la gran cicatriz de un mordisco de tiburón en el lado izquierdo de su pecho, que el agua de mar curó pero que sigue doliendo en invierno.

Examen teórico

Si Ud. observa que, al aproximarse a un paso para peatones en una vía urbana, un chungo cavernícola cantando Camela tiene intención de cruzar...

a) Revolucionará el motor, dando largos toques de claxon y haciendo destellos con las luces de carretera para que sepa que no tengo intención de dejarle paso.

b) Debe hacerle señas con la mano para que cruce la calzada, y cuando esté frente a usted, acelerará al máximo para que ni él ni su gorra sobrevivan.

c) Ambas respuestas son correctas.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Haciéndonos viejos

Hay días que me da por pensar como los viejos. Por decir: cuando yo tenía tu edad no éramos tan maleducados ni estúpidos como vosotros. Eso creo, pero en el fondo no estoy segura porque tampoco me parecía que era tan bajita como ellos, ni que teníamos esas cara de bollos que dan ganas de pegarles un bocao cuando los ves en la ESO fumando y haciéndose los mayores.

Me doy cuenta de que estoy creciendo. "Creciendo", entre comillas, porque no sé si continúo en edad de "crecer" o he pasado la frontera hacia "envejecer". Tengo sólo veinte años, veinte días del nombre como diría George RR Martin, pero empiezo a notarme mayor No es que me duelan los huesos (en su lugar pondremos un constipado continuo) pero lo intuyo en mí misma.

Han empezado mis primeros roces con el mundo laboral, y creo que me ha arañado la primera lagarta de ése ecosistema que es el trabajo. Y yo, que parezco un búho de día, que vivo medio perdida entre este mundo y otro que yo misma he inventado, me veo un poco en bragas. Supongo que es como todo, cuestión de espabilarse con hostias en la cara.

Todo está cambiando, tanto dentro como fuera de mí. Primero lo noté en internet, en las redes sociales, en la tele y en la prensa digital. Luego fueron los coches, los planes de estudios, el lenguaje de los niños y los juguetes de navidad. Después me cambiaron a buenos cantantes como Shakira para convertirlos en Loba o Loca con sus letras vacías y pegadizas. Mago de Öz pasó de ídolo de masas a escupidera, el manga dejó de ser rechazado para ser celebrado en salones, los libros han ido de las estanterías a las basuras y la tele cada vez pasa más tiempo apagada.

He conocido chungos, raperos, góticos, lolitas, punks, pijos, emos, frikis y heavys. Se mantiene el espíritu tribal pero los símbolos van cambiando.

Y cada uno, en esta marea de gente y tiempo, intenta encontrarse a sí mismo o perderse para siempre. Como le pasó a esta buena mujer, que antes era preciosa en todos sus aspectos y ahora se ha convertido en una burda imitación de Britney Spears. Sigh*



Cuántas veces he llorado escuchando esta canción, cuántas veces la he cantado a gritos el disco mientras pasaba la aspiradora. Y ahora solo me dan ganas de preguntarme dónde se ha quedado esa chica que era sexy y preciosa y que además tenía valores con los que me identificaba, yo y todas las que teníamos muy claro no ser Barbies. Antes molabas, amiga.