sábado, 30 de enero de 2010

El deshollinador


Aunque viva ahumado el deshollinador
no hay tipo en el mundo con tan buen humor.


Nunca volví a ver esta película desde que era niña, y desde luego cuando eres un mocoso no te das cuenta de todo lo que esconde una simple película infantil.
Hoy he visto que iban a hacerla un día de éstos en la tele, en Cuatro creo, y me han dado ganas de recordarla, pensando en lo graciosas que eran las canciones de ésta película.

Y cuál ha sido mi sorpresa que de repente le he sacado un montón de dobles sentidos. El desollinador que, servil y hundido entre el hollín, la pobreza y la desgracia, es el único que ve la alegría y la transmite a quienes teniéndolo todo, no pueden verla.

"¡Qué os había dicho!
El mundo entero a vuestros pies.
¿Y quién puede ver esto?
Los pájaros, las estrellas y el deshollinador."

jueves, 28 de enero de 2010

Piezas del puzzle



A veces sólo hay que asumirlo.
No vale la pena forzar, empujar y doblarse para entrar.
Eres tan diferente que el puzzle no tenía sitio para tí desde un principio.


Pero, ¿qué queréis que os diga?
Hoy veo mis colores mucho más bonitos que los de la imagen ya completa.

lunes, 25 de enero de 2010

¿Cuántos huesos tiene el ser humano?



Dicen que un esqueleto humano adulto tiene 206 huesos. Desde que somos niños nos enseñan a conocerlos, desde el occipital hasta el metacarpo, pasando por el fémur, la rótula o el peroné. Dicen que sin estos huesos nuestro cuerpo sería una especie de blandiblú rosa y que no podríamos sostenernos a nosotros mismos.

En mi opinión 206 huesos son demasiado pocos. 206 huesos pueden soportar el peso de un humano, pero ¿pueden soportar el peso del alma? Vale que hay diversas clases de almas (y supongo que cada una pesará de una manera), pero no creo que el parietal, el frontal y compañía sean capaces de aguantar todas las vivencias y sentimientos de una persona. Me resulta difícil entender cómo lo que almacenamos durante toda una vida puede caber en un cráneo de 1300 cm3. Ahí no cabe ni la mitad de la riqueza que un ser humano al azar puede llegar a almacenar (claro que siempre hay tristes excepciones). Por eso nos buscamos otra clase de pilares óseos para aguantarnos a nosotros mismos.


Yo creo que tenemos millones de huesos que crecen, unos más y otros menos. Pero a todos nos sostienen. Éstos huesos son los recuerdos y vivencias de cada persona, las creencias, los consejos, los golpes que te has pegado… son como los cimientos de un edificio en construcción o como las cuadrículas de las libretas. Con el paso de los años te indican los caminos por los que seguir y las decisiones a tomar. Y siempre están allí, para proteger al corazón de otros golpes, hacernos ser mayores y ayudarnos a caminar.

Lo malo de estos huesos históricos es que siempre dejan señal en los órganos, y en ocasiones crecen tanto que nos oprimen el corazón, los pulmones, el estómago o el cerebro, y reviven los momentos malos... hay veces que no nos dejan respirar...

Aún así son los restos de nuestra vida, aquello que engloba todo lo que hemos sido hasta que desaparezcamos. Porque no sólo vamos a dejar 206 huesos en el suelo, sino que los más importantes, los que realmente vale la pena rescatar, quedarán dando forma a las almas de los demás.

martes, 19 de enero de 2010

Omar


Omar estudia física en la universidad.

Tiene los ojos muy oscuros pero muy brillantes. Cuando mira las cosas ve matemáticas. Matemáticas por todos lados. Fórmulas y ésas cosas que yo no entiendo. Y él me las explica, como si fuera un profesor. Y me encanta escucharlo.

También tiene la sonrisa más bonita del mundo, porque cuando sonríe cierra los ojitos como un esquimal y me dan ganas de abrazarlo. Me gusta besar su sonrisa, acariciarla, para que no se le borre nunca. Entonces su sonrisa me regala palabras muy dulces que guardo en una cajita con lazo, para luego abrirlas en recuerdos y maravillarme con ellas.

Su nariz es grande y me encanta. Es una nariz preciosa, muy de hombre, como la de una estatua. Le hace un perfil de señor. No de señor mayor, me refiero a "señorial". Su nariz es de caballero, es severa y recta. Me gusta su nariz.

Siempre está de buen humor, aunque a veces se pone melancólico y le da por echarse laaaargas siestas. Le gusta dormir, remolonear en la cama después de comer hasta mitad de tarde. Dice que está cansado, pero yo sé que lo que quiere es dormir a mi lado. Nos tapamos con las sábanas hasta la cabeza y nos quedamos fritos en un abrazo.

Es fuerte y me gusta refugiarme en sus brazos. Cuando estoy ahí el mundo no existe, y no puedo dormir con otra persona que no sea él. Cuando estoy a su lado no tengo miedo a la oscuridad, ni al Fantasma del Tapón (algún día os hablaré de ésa extraña criatura), ni de Saw.

Es listo, listo, relisto. Más que nadie. Pero él no dice nada nunca porque es muy humilde y no le gusta presumir. Aunque en realidad sí es un poquito "vanidoso" y le encanta que le hagan la pelota. Yo se la hago, pero porque lo siento de verdad. Sabe que si no, no lo haría. Entonces se ríe y me acaricia con sus mejillas. Me dice "aaays..." y yo le sigo diciendo lo bien que toca la guitarra, lo guapo que es y lo mucho que lo quiero.

Por las noches le ronroneo como un gatito y me rasco la carita con su barba de una semana. Me encanta su barba, me gusta recostarme sobre él y acariciarle el mentón con la nariz y con las yemas de los dedos. Cuando hago eso suspira, sonríe y se duerme. Me quedo un buen rato mirándolo dormir y escuchándolo respirar. Y entonces me duermo yo sobre su pecho.

Me gusta mucho cuando se ríe, porque echa la cabeza para atrás y suelta carcajadas muy profundas y muy altas, con los ojitos cerrados. Como si de repente todo en el mundo desapareciera. Me podría quedar horas y horas mirando cómo arruga la nariz y abre la boca para reírse, me podría entretener contando sus dientes blancos de arroz.

A veces bailamos sin música. Cantamos El Reno Renardo, Avalanch y Saratoga. Él coge la guitarra eléctrica y toca mis canciones favoritas, o Dragones y Mazmorras, según nos dé. Yo las tarareo o las canto (las desafino, realmente). Y nos reímos mucho. Acabamos tirados en la cama haciéndonos cosquillas.

Vamos juntos a esgrima, a los mercados medievales a actuar, a dar paseos por el bosque y a cualquier cosa que se nos ocurra. Nos interesan las mismas cosas, y tenemos mucho que aportarnos el uno al otro.

Omar es mi alma gemela.
Con él puedo ser yo misma.
Soporta que lo despierte con un fiero ataque de pellizcos porque soy sonámbula.
Le gustan todas mis chorradas, se interesa por mis cosas, siempre me escucha.
Discutimos sobre quién quiere más a quién, pero por nada más.
Me da besos por el brazo como Gómez a Morticia.

Y lo quiero.

domingo, 17 de enero de 2010

Avatar

El pasado viernes vi Avatar. Aún estoy sin palabras.

Sencillamente, me encantó. Fue una experiencia impresionante, ver todos aquellos colores y toda aquella flora biofosforescente, el diseño de los bichos, las texturas, los Na'vi y su cultura... todo. Un deleite para los sentidos y el corazón.


Me pasé tooooda la película llorando como una niña. Porque qué bonito es todo, porque mira cómo duermen en el árbol, porque mira qué cabrones los humanos, porque mira cómo brillan las plantitas, porque mira qué escena tan preciosisisisisísima, porque pobre Jake Sully, porque pobre doctora, porque pobre reptil volador, porque pobre Neytiri, porque mira como cantan, porque se acerca la nave, porque mira qué trenzas, porque el Ikran se ha muerto, porque se ha muerto el Thanator, porque el malo no muere, porque "no va a poder ser cazadora nunca más, buaaaa!!!" (verídico)...
Acabé deshidratada y con una sed...

Yo no sé, me tocó la fibra sensible. Sí, esa fibra sensible que me hace reírme cuando el tío de Titanic se muere pero que me hace derramar lagrimones en El Señor de los Anillos. Sí. Ésa.


Me ha absorbido tanto Pandora y ése mundo precioso y sobrecogedor... es como si desease olvidarme de éste planeta y meterme a vivir dentro de la cabeza de James Cameron, o qué se yo. No hasta el extremo de suicidarme (que ha aumentado el índice de suicidios después de Avatar porque los humanos somos peste en lata), pero bueno, sí al extremo de decir "qué pena que no exista".

La raza Na'vi (entre ellos Neytiri) me alucinó. No sólo por lo bien hecha que está, ni por cómo actúa la actriz... sino por su religión. Ésa forma de vivir tan chamanística, tan etérea y a la vez fuerte, en unión con la tierra, con los espíritus... una forma de vida tan pura... Se me estremece algo dentro sólo de pensar cómo son estos seres inventados y cómo los humanos. No tenemos una antítesis mejor, y me da mucho que pensar.

Me encantó.
Me encantó hasta límites insospechados.


Es una peli preciosa, aunque hay gente a la que no le gusta nada de nada.
Para mí, es un peliculón. No sólo por los efectos especiales, ni por la maravilla de ambientación... sino por todos los sentimientos que despierta, y lo placentera que es para los sentidos.

En definitiva, preciosa.
¡¡¡Y espero repetir!!!

sábado, 9 de enero de 2010

Regalos de navidad

Hace unos días que acabaron las fiestas de Navidad.
Oh, sí. Qué pena. ¬¬

Todas las vacaciones esperando que llegara el 7 de enero y apareciera algo en una caja monísima de la muerte con un lazo rojo de proporciones gigantescas. ¿Tan difícil es regalar una bufanda? ¿O unas manoplas? ¡Coño, que me estoy muriendo de frío cada vez que salgo a la calle, un poco de caridad!

Toda mi vida Papá Noél me ha odiado, y eso ya lo tengo asumido desde que bailaba en el patio las Spice Girls. El viejo de rojo nunca ha pasado por mi casa por muchas galletas que le dejara en la mesa del comedor. Ya me advertían mis padres, que estos norteños vienen aquí a ponerse borrachos y a ponerlo todo hecho un asco, pero que a la hora de trabajar...

(Por cierto, Papá Noel, sé quien eres, y he comprobado que es cierto éso de que sólo trabajas un día al año. ¡No te pagamos para esto! A este paso vas a irte a dormir la siesta bajo tierra antes que acabar Canción, lo estoy viendo. *grrrrrr* ¡Ponte a escribir, hombre ya!)

El caso es que yo no sé qué les he hecho este año a los Reyes Magos para que me maltraten de este modo. Cuando me levanté con toda mi ilusión y la típica bolsita de tela que prepara mi madre a mis primos con cuantiosas cantidades de billetes que nadie sabe de dónde saca, pensé:
"guay, no es que sea muy personal pero esto me encanta"

Sí, claro. Mi madre se tenía que estar echando unas risas que lo flipas.


Ya frotándome las manos, salivando cual mosca sobre comida humeante y vísceras, doy mil gracias a mis progenitores, los abrazo (contar el dinero delante de quien te lo regala queda feo) y los besuqueo como si acabaran de hacerme la persona más feliz del mundo.

Hecho esto procedo a abrir la bolsita y a pensar en qué hacer con el dinero, qué parte ahorrar y qué parte gastar... Y me encuentro esto:


Y no, no os creáis que estaba repe o algo.
No. 20 euros así, a secas, 20 euros llorando dentro de una bolsita de papel brillante. 20 euros para ponerme saldo en el móvil.

Creo que nunca he hecho mayores esfuerzos en poner una cara de alegría en mi vida. Intuyo que no pude ocultar muy bien las ganas de devolver los 20 euros al bolsillo de donde habían salido... y es que la bilis se me estaba subiendo a la boca a cada milisegundo que intentaba mantener la sonrisita de los huevos.

"Muchas gracias, jejejeje... ya tengo para una taza, jejejeje"

Lo gracioso está cuando viene mi primo a merendar y le sacan un sobrecito con sesenta aurelios bien puestos y una notita que dice "Tus tíos y tu prima. Feliz Navidad y pásatelo bien"
...
.....
......
........
¿"Tus tíos y tu prima"???? Tu prima sólo desea rajarte el cuello para quedarse con ése sobre que tanto necesita porque aún va con camisetas de manga corta y es enero, pero sí, !FELIZ NAVIDAD!

¬¬

(Cómo odio al mundo en estos momentos)

No os engañéis.
La verdad es que no soy para nada una persona a la que regalarle cosas sea difícil, me conformo con cualquier cosa. Lo que pasa es que cuando me acuerdo de los dichosos veinte euros me convierto en Mr.Hyde y tengo instinto asesino.

A ver, Reyes Magos:
Para el próximo año cogéis y me podéis traer lo que sea, como si me queréis traer unas chanclas para la piscina del Playboy o un cinturón de pelo de mofeta con olor a corneja muerta bañada en champange del 96. Pero, por favor, si pensáis traerme un billetito huérfano, mejor me traéis una postal de Oriente. El mundo (y yo sobre todo) os lo agradecerá. Y me hará ilusión y todo.
Gracias.


*Como ejemplos, os voy a dejar unas ideas para el año que viene no hacerme pasar por este mal trago, jodíos:

1. Una Monja portátil.
Quedaría genial encima de mi mesita de noche,
sobre todo si tiene como despertador el Padre Nuestro cantado por Bisbal.
*suspiro* ¡Ay! La de interesantes discusiones que tendríamos...

Es un regalo que toca el corazón:
Esta monja es lo mejor para recordar el colegio, oigan.
(y a laputamonja que nos encerraba en el armario de la biblioteca)

2. Una práctica libreta de mármol
Como sabéis que me encanta escribir, una libretita de piedra.
Sí, sí, como en la antigüedad. Cinceles incluídos. Una ganga.

De paso que mejoro mi caligrafía practico epitafios, qué maravilla.
(Ya te puedes morir tranquilo, Papá Noel, yo escribiré lo
que te falte de Canción de Hielo y Fuego en tu lápida)



2. Zapatillas de estar por casa
Regalo típico, seguro y agradecido. A todos nos gusta tener los pies calentitos, y más si son dentro de la cabeza de Freud.
Lo mejor es que puedo sentir que estoy chafando a mi profesor de filosofía a cada paso que doy, como los egipcios. Eso sí, hay que tener cuidado con que el olor a pies no llegue a impregnar la pelusa.
Si no, las hemos cagao.




¿Y a vosotros?
¿Qué os gustaría que os regalasen esta navidad? ¿Y qué os han regalado?


Besitos y gatitos para todos

viernes, 8 de enero de 2010

Pequeño retrato



Hay días en que, sentada en la mesa del escritorio, y mirando al infinito en la pantalla, puedo ver de reojo la sombra de una niña. Se asoma del armario y saluda con la mano, casi con timidez. Tiene una sonrisa perversa en su cara de ángel. La miro a través del cristal, con una imagen que rebota. Nuestras miradas se cruzan, y le devuelvo el saludo.


Vive en el país de lo olvidado, sentada en un trono de hielo tan alto que siente que puede tocar el cielo y que todo lo que hay bajo ella no es más que polvo. Sé que se siente superior y a la vez, muy por debajo. Tiempo atrás quedó atrapada en la jungla de lo irreal, junto a sus mil hadas de colores, sus elfos altivos y sus dragones fieros. Acaricia sin pudor las vísceras de los sueños muertos, se adorna con las cabelleras de los vencidos en combate y muestra sus trofeos en cuanto tiene ocasión.


En ocasiones es niña, en otras es mujer. Cuando habla la mayor, el mundo queda en estado de espera, en suspensión. Le cambia el rostro de ratón a león, como aquella vez que le dijeron que cuando se ponía trascendental parecía “Mufasa”. Mueve los labios con serenidad, saborea cada palabra, la escupe con delicadeza, la machaca, la maquilla, la esculpe al teclado para que la lea quien quiera. Y después la tira a la basura maldiciéndose a sí misma. Nada es demasiado bueno, nada llegará a ninguna parte. Se retira a descansar a dos metros bajo tierra, a esperar a que alguien le ponga flores.


Las noches de luna llena solía pasear pintando de rojo las aceras. Cuidado, que muerde: Alguna que otra cabeza ha arrancado ya. Es vanidosa y le gusta jugar, pero ella es la que lleva las riendas, la que marca las reglas. . Puede que mañana no se acuerde de tu nombre, pero va a hacerte sentir especial esta noche. Porque es una maravillosa actriz y su ego está henchido por mil mundos imaginarios, alcohol y filosofía propia. Es un cordero con piel de lobo, aunque se disfraza a veces del revés.


La pequeña sale del armario y me coge de la mano.

Me pregunta qué escribo y le contesto que estoy pintando un retrato.

Clava sus ojos en los míos otra vez, y siento cómo se ruboriza.

Y, corriendo, vuelve a meterse en el armario.

Sin despedirse.