sábado, 19 de junio de 2010

Me siento androide

Cuando me levanto bajo la escalera y voy al baño. Descargo líquidos y me lavo los dientes para acabar con el aliento mañanero que me parece insoportable. Me miro al espejo: "joder, qué ojeras". Aparece la variable, me retiro el flequillo de la cara si voy a quedarme en casa o me lo peino por encima si voy a salir.

Desayuno. Leche con Nesquik y los mismos cereales que todas las mañanas de todos los días de todos los años que recuerdo. Me lavo de nuevo los dientes.

Me siento en la silla y enciendo el ordenador. Me quedo mirando la pantalla, que me devuelve una mirada especular de zombie. Mi madre grita, discute con mi padre. Y yo paso. Abro el spotify y el word, esparzo apuntes sobre el escritorio. Pincho dos veces. World of Warcraft. Mientras carga doy clicks en la cara de Arthas para matar el tiempo. Nivel 75. Paso. Salgo.

Miro mis apuntes, leo dos páginas, el ordenador me llama de nuevo. Blogs. Leer. Debería ponerme a escribir algo. Quizá luego. Mi madre se va, adiós adiós.

Me siento androide, ajena al mundo. "Puta rutina", me digo, mientras pierdo la vista en los folios en blanco. Los apuntes me señalan inquisitorialmente: ponte a estudiar, perra. Pero hago un mohín y los ignoro.

Siento que todo lo sé, como si fuese una estúpida quinceañera que acaba de salir de la discoteca. En realidad no. Es como que estoy de vuelta de todo. Como Pérez Reverte, que ya nada le sorprende.

Me cuesta ponerle ilusión a las cosas, o a la gente. No me gusta recibir puñaladas traperas cuando voy con los brazos abiertos, ni me gusta hacerme falsas esperanzas o qué sé yo.

Estoy a veinte millones de años luz de todo, mordiéndome las uñas con indiferencia porque no tengo otra cosa que hacer. Odio esta rutina, pero me conformo. Me siento como aquél personaje de Albert Camus... ¿Cómo se llamaba? Da igual, no me gustó la novela.

Y cuando salgo, a fingir. A poner sonrisitas y a decir chorradas que ni siento. Porque estoy al otro lado del cristal. Porque todo me parece vacío e ilusorio.

Yo qué sé.
Estoy gilipollas.
Me siento androide.

1 comentario:

  1. Creo que yo también me siento androide.
    Y me pasa como a ti, que dejo las cosas importantes "para luego" por culpa de mi vaguería y luego me arrepiento de no hacerlas.

    Suerte con lo de tu novio, y sé que hagas lo que hagas tomarás la decisión adecuada.
    Un saludo y hasta luego ;)

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